La Cruz está en nuestro nombre, la fe arraigada en el alba

porque clarea la lumbre que nos rescata y nos salva.

Ya la bandera en la cima, alta de amor vuela y late,

son los pliegues de María que nos convoca al combate.

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Por la nación que heredamos, por la patriótica grey,

por la Verdad Revelada y el honor de Cristo Rey.

Por la estirpe hispanocriolla del misionero soldado

en las sierras o en los montes, en Malvinas y Obligado.

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El Madero Levantamos

en esta tierra argentina,

sacudida de quebrantos.

Madero del sacrificio

que nos pide el noble oficio

de ser héroes y ser santos.

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Que la infancia sea figura de la conquista del cielo,

que la juventud sea milicia de irrenunciable desvelo.

Que galopen por las casas, sujetando los cabestros,

llevando el pendón triunfante, hijos, padres y maestros.

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El pendón cifra la historia, las virtudes teologales,

la sangre de los caidos, los caudillos federales.

Y cuando llegue la noche, la cruz del sur como emblema,

sellen mis labios finales, el Credo junto a un poema.